En el marco del X Festival de Cuento Brevísimo, este jueves 13 de mayo, el Centro Toluqueño de Escritores fue escenario de la presentación de Alberto Chimal, quien leyó sus textos breves inéditos y publicados en sus libros. Lo presentó el escritor José Luis Herrera Arciniega, de quien ofrecemos sus palabras.
Alberto Chimal y la vigencia del sistema literario mexiquense
Toluca, Estado de México, 13 de mayo de 2010.
Bien a bien no alcanzo a imaginar por qué fui invitado a presentar a un autor que, en realidad, no necesitaría de una presentación formal, porque su trayectoria es muy conocida, dentro del espectro general de las literaturas mexicana y mexiquense contemporáneas, y en particular en su casa, nuestra casa, el Centro Toluqueño de Escritores. Apostaría a que la mayor parte de los asistentes sabe de la trayectoria de Alberto Chimal, incluso aquellos que han leído sus libros.
Supongo que se esperaría de mí una posible aportación de datos acerca de Alberto Chimal, con información de la que no se encuentra tal vez en la internet, que se ha vuelto el más socorrido instrumento para la búsqueda de los mejores lugares comunes sobre cualquier tema, tópico o personaje, aunque habría que reconocer que en el caso que hoy nos atrae, la internet cobra otro valor, merced a la existencia de una contundente página que acaudilla desde hace tiempo Alberto Chimal, a quien —según reza la Wikipedia— se le considera como una notable autoridad en materia de literatura en la red.
Por supuesto, lo segundo que he hecho esta vez fue consultar en la internet qué hay acerca de Alberto Chimal. (Lo primero que hice fue preguntarme “¿por qué yo, Señor?”, cuando el CTE me invitó a esta presentación en calidad de presentador.)
En la repasada por la supercarretera de la información, me di cuenta de que nada más voltea uno tantito y ya aumentó el registro de libros escritos y publicados por Alberto Chimal. Una señal del actual estado de salud particularmente de la literatura mexiquense, es la creciente abundancia de libros creados por quienes se adscriben al sistema literario mexiquense. Hay que irse con cierta cautela, pues como advertía Roberto Fernández Iglesias hace años en la revista Blanco móvil, las condiciones de la literatura en el Estado de México se han invertido, de manera que “actualmente es más fácil publicar que no en el centro cultural del estado. Eso impide una labor crítica seria y, aunque aumenta la oferta de literatura, disminuyen las posibilidades de que la producción tenga calidad, a menos que se produzca un estallido crítico donde se salven las obras que tengan el poder poético para sobrevivir.”
Estas palabras del poeta gordo (cfr. Una bolsa de poemas llena de agujeros. tunAstral. Una revista de la tribu (1964-1965), Toluca, UAEM-tunAstral, 2000, pp. 381-382) se publicaron en noviembre de 1991, dentro de la presentación de un suplemento sobre literatura mexiquense en la citada revista Blanco móvil. Estamos en 2010 y la premisa fernández-iglesiana se sostiene, sobre todo en lo relacionado con la exigencia de ese “estallido crítico”, pero también en el énfasis de que a las propias obras les corresponderá sobrevivir o no sobrevivir.
Esa apuesta por una calidad que dote de trascendencia a una obra literaria es, innegablemente, una preocupación inicial de Alberto Chimal, desde su primer libro, esa fea, horrorosa edición de Los setenta segundos y otros cuentos más largos, de 1987, hasta sus recientes Los esclavos, de 2009, en la táctil edición de la oaxaqueña Almadía, con todo y suaje de por medio (más La ciudad imaginada y otras historias, publicada también hace pocos meses por la Secretaría de Cultura del gobierno del D.F., con la que se comprueba que nada más se descuida uno un poco y ya apareció otro nuevo libro de Chimal).
En medio de estos títulos, se encuentran alrededor de una veintena de publicaciones, tanto las firmadas en solitario por Alberto Chimal en los géneros narrativo, lírico, ensayístico y dramatúrgico, como las varias antologías en que aparecen textos de su autoría. Una obra más que considerable en su diversidad —no obstante que predomina en ella la escritura clasificable como literatura fantástica, pues muy pronto Alberto Chimal abandonó la línea de ciencia ficción con que se había iniciado.
Se lo dice así y parece que todo ha sido coser y cantar, pero maticemos este resultado, que tiene su origen en una muy joven vocación y aptitud por la literatura. Hay que decirlo: Alberto Chimal, cuando todavía se llamaba para efectos públicos Mauricio Alberto Martínez Chimal, obtuvo su primera beca y publicó su primer libro antes de tramitar su cartilla del Servicio Militar Nacional. Porque este ahora casi rotundo cuarentón, apenas frisaba los 17 años de edad cuando formó parte de la Quinta Generación del entonces también precoz Centro Toluqueño de Escritores. Desconozco si para cobrar la beca municipal tuvo que traer un documento firmado por sus padres o por su tutor, pero sé que hace tiempo que ha podido hacer, sin la ayuda de un adulto, los trámites inherentes a los premios literarios como el nacional de cuento San Luis Potosí, en 2002, o para su integración más reciente, en 2007, en el Sistema Nacional de Creadores.
Tampoco sé si sacó bola negra o bola blanca, desconozco si pagó su cuota dominical o si lo pusieron junto a otros jóvenes toluqueños a barrer las calles de la ciudad, pero sí sé que lo que tal vez perdió el Servicio Militar Nacional lo ganó el sistema literario mexiquense. Con un agregado: hace tiempo que Alberto Chimal, firmando sus libros ya como Alberto Chimal, marchó a formar su propia camada maldita en el Distrito Federal, donde sigue avecindado. Sólo que aquí no vale aplicar la vieja sabiduría popular que puntualiza que nadie es profeta en su tierra. Si a esas vamos, Alberto Chimal no se ha limitado a profetizar en la capital del país, sino que también prosigue haciéndolo en su “matria”. No se olvide que es mexicano por patria y provincia, y más allá de los laureles buenamente ganados en los niveles federales, se permite la ubicuidad de estar al tanto de lo que se hace en otros lares, Toluca incluida. Puedo testimoniar que para el actual becario del CTE Alejandro León, lo más rico de su incorporación a esta asociación civil no estriba nada más en la correspondiente beca y en la inminencia de que pronto tendrá en sus manos un primer libro con su nombre en la portada; no, lo que más le está compensando el trabajo es la relación personal y creativa con su tutor, esto es, Alberto Chimal, vuelto viejo lobo de mar en estos asuntos de la escritura.
Esto no viene en la internet, ni siquiera en la página www.lashistorias.com.mx, nombre del sitio de Alberto Chimal en la red, el cual imagino debe tener una buena afluencia de lectores. Hay que reconocer que dentro de sus lectores sobresalen los jóvenes, que han visto en las mitologías de Chimal una propuesta llamativa, pero sospecho que muchos de ellos conocen su obra en la red y que no necesariamente han dado el paso hacia los libros publicados por Chimal. Quizás es reflejo de los nuevos tiempos, en que la computadora se ha convertido en un soporte indispensable para que muchas personas tengan acceso no sólo a “información” y lugares comunes, sino a trabajos literarios de calidad. A lo mejor es consecuencia de que Chimal se haya licenciado como ingeniero en sistemas en el campus Toluca del ITESM. Nadie es perfecto. Además, ya ha salvado el honor con su maestría en literatura comparada cursada en la UNAM.
Otros preferimos, de manera inevitable, los libros. Hay que leer y releer a Alberto Chimal, como a otros autores mexiquenses, por aquello del “estallido crítico” al que urgía hace dos décadas Fernández Iglesias. Más allá de famas extendidas, hay que confrontarse con los textos para dar más sustancia a la relación entre un lector y un escritor. Estamos obligados a ello.
No quiero concluir sin mencionar un detalle que acaso ilustre todavía más la postura de Alberto Chimal de seguir presente en esta región. Hace algunos meses, leí un comentario de él en el blog http://vocesfragmentarias.blogspot.com, donde expresaba, con señera brevedad twittera, un entrañable recuerdo hacia Alejandro Ariceaga. Eso es un elemento dentro de la articulación en el sistema literario mexiquense. Alejandro Ariceaga, Francisco Paniagua, Alberto Chimal, otros más, se encuentran vigentes con sus obras en el momento actual de este sistema literario. Y aquí se encuentra en persona Alberto Chimal.
Muchas gracias.
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